Seguimos intentando responder a la pregunta de si las libertades del software y los contenidos son relevantes en 2023 o si son batallitas de boomers. Desde siempre ante el software libre la respuesta ha sido “sería bonito, pero...”, ¿seguimos ahí?.
En la primera entrada de esta serie hablamos de tractores y de bibliotecas, ahora hablaremos de ciencia y publicaciones abiertas y de privacidad.

Publicado el 26 de julio de 2023, añado algunas aclaraciones el día 27.

Segunda parte de serie


Scientia donum Dei est, unde vendi non potest.

Esta reflexión necesita un prefacio técnico. Para poder expresarnos con claridad es necesario introducir un par de conceptos derivados de la economía

Clases de bienes
Excludable (¿pueden impedir o limitar tu acceso al bien?) Non-excludable
Rivalrous (parecidos a una manzana física) Private goods (bienes analógicos privados)
la comida, la ropa, los coches hasta hace poco, las plazas de aparcamiento, un libro de papel
Common-pool resources
cuotas de pesca, transporte público gratuito, tierras comunales, huertos urbanos
Non-rivalrous (parecidos a la foto digital de una manzana) Club goods (bienes artificialmente escasos)
cines, gimnasios, televisión por cable, música o cine por streaming, libros con DRM, coches con opciones por suscripción, software privativo, bienes sujetos a derechos de autor privativos
Public goods (bienes públicos)
televisión por TDT, el aire, la defensa nacional, obras culturales en dominio público, el software libre

Source: Club good, Goods classified by exclusivity and competitiveness, Club Theory. A Contemporary Economic Review y desarrollos propios.

Ahora ya tenemos vocabulario para expresarnos con precisión: el pirateo digital intenta, o bien saltarse las barreras y acceder al club (crackers, pirateo consumista), o convertir un bien artificialmente escaso en un bien público (compartiendo los bienes). Las comunidades del software y el conocimiento libres intentan generar bienes públicos. Hacen innecesario el pirateo.

3.- Piratas por la ciencia

Nada es simple. La ciencia abierta y libre tampoco. Basta la imagen, procedente del artículo Taxonomia da Ciência Aberta: revisada e ampliada, para hacer evidente la complejidad del problema y el conjunto de aspectos que deben tratarse para que un análisis sea mínimamente completo.

[esquema muy detallado de taxonomía de la ciencia abierta]
Taxonomía de la ciencia abierta, según Silveira et al. 2023.

Acceso, gestión de los datos, reproducibilidad, evaluación, políticas, infraestructuras, divulgación... Yo, mucho más modestamente, iba a escribir solo sobre el acceso abierto a las publicaciones científicas, sobre Alexandra Elbakyan, Zenodo... Pero desde el 26 de marzo no hace falta, porque ese día Alejandro Salamanca publicó en El orden social el artículo que yo no habría sido capaz de escribir. Añadiré sólo un par de notas acerca de aspectos sobre los que he escrito alguna vez. Lo vimos en la primera parte de esta serie. ¿En la clasificación de bienes de arriba dónde ponemos las publicaciones en las revistas privativas? Lo diré: en la publicación científica estamos ante un bien público que ha sido capturado y está en manos privadas, convertido en un club good. Sólo las universidades del primer mundo tienen medios para pagar las suscripciones a las revistas. ¿Es una situación razonable? La codicia de algunos modelos de negocio que persiguen crear escasez explica las Elbakyan... La ciencia nunca ha sido esto. La excepción, lo estrafalario, es el conocimiento privativo. En los gremios se compartían los conocimientos del oficio; en la ciencia se ansiaba comunicar el descubrimiento. ¿Qué ha cambiado para que se intenten patentar moléculas y ecuaciones?

Creo que llevo más de quince años (desde Un mercado de limones) señalando que a menudo no se entienden los comportamientos hasta que no se conocen los incentivos. Publica o tu carrera se ha estancado no puede generar buena investigación, o la generará por accidente o por acumulación. No estoy en la academia, pero (o quizás sea por eso) veo una gran diferencia entre el placer de descubrir y el estrés de sobrevivir en una carrera de competición salvaje. Es también evidente que la salida no es la autopublicación de pago, eso es comprar impacto. Buena ciencia, buena investigación, exigen datos abiertos y comprobables, exigen replicación, lo otro es fe en la autoridad.

No lo digo yo. El 23 de marzo el Consejo de la Unión Europea publicó un comunicado de título El Consejo aboga por un acceso transparente, equitativo y abierto a las publicaciones académicas (los subrayados y enlaces son míos)

El Consejo ha adoptado hoy unas Conclusiones sobre una publicación académica de alta calidad, transparente, abierta, fiable y equitativa, en las que aboga por un acceso abierto inmediato y sin restricciones en la publicación de investigaciones que impliquen financiación pública. (...) el Consejo pide a la Comisión y a los Estados miembros que apoyen las políticas encaminadas a un modelo de publicación académica sin ánimo de lucro, de acceso abierto y en múltiples formatos, sin costes para autores o lectores.

Las Conclusiones reconocen los avances positivos en términos de seguimiento de los progresos, como en el marco de la Nube Europea de la Ciencia Abierta (EOSC), y sugieren que se incluya el seguimiento de la ciencia abierta en el mecanismo de seguimiento del Espacio Europeo de Investigación. Las Conclusiones del Consejo también animan a los Estados miembros a apoyar el programa piloto Open Research Europe (para crear un servicio de edición de investigación de acceso abierto a gran escala), el uso de software y normas de código abierto, a reconocer y recompensar las actividades de revisión por pares en la evaluación de los investigadores y a apoyar la formación de los investigadores en materia de capacidades de revisión por pares y de derechos de propiedad intelectual.

¿Cómo concretarlo? Acabo de leer una interesante propuesta Replacing academic journals, de Björn Brembs et al., publicada el 19 de julio. ¿Qué proponen?

Replace traditional and outdated academic journals with an open, interoperable and community-governed modern scholarly information infrastructure.

No me corresponde a mí entrar en los detalles de la crítica de la situación actual y de las propuestas. Simplemente celebrar las iniciativas, que equivalen a un QED de mi tesis inicial: cuando Stallman lanzó las cuatro libertades inició algo que iba más allá de las licencias del código.

4.- La privacidad

Privacidad es una palabra equivocada, que suena a pudor, a timidez; creo que esa confusión interesada es la vía por la que el poder la está deshaciendo. No queremos privacidad en el sentido originario que, como explica Hanna Arendt en La condición humana § 6, es el ámbito de las necesidades de la vida (privacidad viene de privaciones, de estar privado de), inferior a la vida pública; tenemos que exigir respeto a nuestra intimidad como siempre pero el fenómeno nuevo de nuestro tiempo es que estamos ante una invasión de lo doméstico por lo público, justo la definición del totalitarismo. Reconozcamos que cuando hablamos de privacidad estamos hablando de protegernos de las miradas de los otros y del poder; tiene que ver con la libertad negativa (ser libres de). De lo que queremos hablar realmente es de proteger nuestra libertad frente a los poderosos, y cuantos menos datos nuestros tengan más libertad tendremos. Para eso sirve hoy la privacidad. Ese es el mensaje fundamental del liberalismo desde John Suart Mill. La privacidad, la libertad... siempre fueron conceptos políticos.

A lo largo de nuestras vidas hemos visto cómo las cosas (nuestra música, las fotos, las películas) pasaban a convertirse en bits, y era bueno: la posibilidad de la repetición infinita de la misma imagen exacta es una forma de riqueza; los bienes culturales vivían un cambio ontológico, de cosa material a tener la sustancia de un verso. Después, sin que nos diéramos cuenta y con nuestro permiso tácito, nuestros datos personales han sido digitalizados por empresas y gobiernos y se han convertido en información y control y en mercancías con las que comerciar. Cedemos información de todos nuestros movimientos, de con quién hablamos, nuestra imagen y nuestro cuerpo y nuestro historial médico, nuestros hábitos y nuestros vicios, aceptamos condiciones legales inaceptables, sin pensar un momento y porque los nuevos espías de la Stasi nos regalan golosinas, likes y abalorios digitales. ¿Quién en su sano juicio haría públicas las fotos de sus hijos menores de edad? ¿Cómo es posible que nuestros adolescentes cuelguen en sitios públicos imágenes en ropa interior frente al espejo? ¿Porque se oculta la dimensión pública del espacio digital, porque se disfraza de íntimo? La privacidad no deriva de tener algo que esconder. Este toot, “I need privacy, not because my actions are questionable, but because your judgement and intentions are, lo expresa muy bien.

Estamos en una situación de monopolio de las grandes tecnológicas. Y detrás de ellas, los gobiernos. La argentina Carissa Véliz lo cuenta con detalle en Privacidad es poder. Convendría reconsiderar la definición de monopolio, de la tradicional capacidad de fijar los precios a una nueva en la que se controlan las condiciones de uso. «(...) el poder de las grandes tecnológicas proviene de los datos personales que se llevan, no de lo que cobran. (...) Si una empresa puede fijar unos términos de servicio abusivos sin perder usuarios (...) si una empresa puede maltratar a sus clientes sin perderlos (cobrándoles por encima de lo que sería un precio justo, aplicándoles prácticas explotadoras con sus datos, descuidando la seguridad o imponiéndoles cualesquiera otras condiciones abusivas), entonces es muy probable que sea un monopolio.». De alguna forma, lo que no toleraríamos en la vida analógica, nos parece natural e inevitable en el mundo online. El fenómeno tiene nombre: la paradoja de la privacidad.

¿Esta obsesión por la privacidad es un recuerdo atávico de este boomer que vivió el fin de franquismo? ¿Seguro?

[Nebraska girl who used pills to end pregnancy gets 90 days in jail... the police obtained their private Facebook massages]
Solo un ejemplo (fuente, 21 de julio)

La historia de la conquista de las democracias modernas es la historia de las limitaciones al poder. Del mismo modo que el acceso de la policía a una vivienda solo es permisible mediante mandato judicial justificado, el acceso de las autoridades a nuestros espacios digitales tiene que tener los mismos límites y los mismos controles. Lo contrario es la generalización de la patada en la puerta. Pero de los aspectos judiciales vamos a tratar en la siguiente entrada de esta serie, que en esta ya nos hemos alargado demasiado.

Addenda de 27 de julio. Veo por las primeras reacciones que mis reflexiones sobre la privacidad necesitan aclaraciones. Vamos, que los amigos con confianza para decírmelo no han entendido nada. Un poquito densas sí que son. ¿Era necesario el name dropping, la pedantería de traer en tu ayuda a Arendt, Berlin, Mill? ¿No podías defenderte tú solo? Diré en mi defensa que las ideas no son mías, y debo por coherencia reconocer la autoría; las citas son abreviaturas, no cabe aquí reproducir las argumentaciones. Sin conocer la distinción entre libertad de y libertad para de Berlin no se entiende parte mi razonamiento. Intentaremos ahora explicarnos en términos más cercanos. Tomemos el ejemplo del adolescente que cuelga fotos sugerentes en su espacio en internet. Es prima facie una cuestión de intimidad, de vida privada: rompe con el pudor y con la autoridad, incluso con los consejos sobre la necesidad de preservar su privacidad que ha recibido en casa y en la escuela; el adolescente grita en la foto soy rebelde y deseable para encontrar su sitio en su grupo, señalado por el número de likes y por las solicitudes de amistad y seguidores. Muy bien, hasta aquí problemas de desarrollo personal, familiares, sociológicos... Pero el asunto tiene otras dimensiones, que son las que nos interesan ahora: lo que llamábamos hace un momento su espacio no es suyo, es un espacio trampa. Esa foto en una red social dedicada a la extracción de datos pasa a ser un identificador del joven: menor de edad, con tales gustos, con tales amigos, de tan nivel social, de determinado origen, con estos intereses, cierta inclinación sexual, susceptible de tales anuncios e influencias, manejable de tal forma. Es carne de campaña; la foto puede ser utilizada para un meme o para suplantar su identidad; el niño puede ser acosado, en la red o en la vida analógica. Las redes sociales, estas redes sociales, han roto la distinción entre lo público y lo doméstico, todo es calle. Y sostengo que es una ruptura intencionada, de importantes consecuencias políticas. Porque sabemos que la información es poder sabemos que la información en determinadas manos limita nuestras libertades. Ese es el mensaje esencial; espero que ahora esté más claro. Espera, espera, ¿qué tienen que ver las cuatro libertades de Stallman con la privacidad como herramienta de libertad política? Tienen que ver porque vivimos en un mundo en el que lo digital se ha fundido con lo analógico, y en el que lo doméstico y lo íntimo están perdiendo sus defensas. ¿Es esta una conclusión pesimista? No, es un punto de partida que pretende ser realista. Por supuesto el paso adelante es una educación que enseñe a estar en las redes. A usar espacios digitales no extractivos, no dirigidos por algoritmos de la atención.