50 años
En junio de 2010 celebramos las bodas de oro de mis padres. Escribí y leí un texto que ahora guardo aquí.
Era un mundo nuevo. Por aquellos días un exultante León, vencedor de la guerra civil, le pregunta a un Vladimir Ilich aviejado: ¿por qué no estás alegre? Un joven Franquito duda si se perderá Melilla tras el desastre de Annual, todo son dudas. Charly le dice al niño Jackie, ¿qué le dice, si es cine mudo, y está todo por hacer? ¿Qué queda de ese mundo sino tú? En una Granada de gachupines, que vienen los bolcheviques, jayuyas y alpargatas con polvo de África ha nacido Rafael Miguel. El viento de nuestro tiempo sólo empezaba a soplar.
Creciste en un tiempo de miguelesligeros, bárbaros aragoneses y aguadores. Después de Buster Keaton y el gordo llegaba atronador el séptimo de caballería, tintinuaba el tranvía de la Antequeruela para recoger a Don Manuel... Era un tiempo nuevo, es verdad, y nadie lo sabía. Tan antiguo, de harina y cuestas, de burriquillas, hornos, noches sin dormir y bailes, de ciudades nuevas.
Tiene esta historia un segundo tú. Debiste nacer en tecnicolor pero viniste a nacer cuando todo se detuvo. En una España condenada, Federico toca los cuatro muleros para ocultar su miedo. ¿Por qué no os dejaron saber que en esos mismos instantes Lesley-Romeo le decía a Norma sus versos de amor?
Se ríe de las heridas quien no las ha sufrido.
Pero, alto. ¿Qué luz alumbra esa ventana?
Es el oriente, y Julieta, el sol.
Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa,
que está enferma y pálida de pena
porque tú, que la sirves, eres más hermoso.
En 1936 se publica Lo que el viento se llevó. La película se estrena en 1939 en Estados Unidos. A España no llega hasta 1950. No hace falta que esto sea una metáfora, es un hecho de una elocuencia aplastante. ¡Cuántos años perdidos, qué tiempo encogido, pobre! España se volvió vieja. Creciste, María Josefa, casi Rufina, del pueblo a la ciudad, del desahogo a la alegría como toda riqueza. A Dios pongo por testigo... ¿de qué? De la ilusión. Sesiones triples, helados, célebres saltos, cartas, cuchicheos y fotos, tontódromo, damas y apostólicas, niños, tablas de multiplicar y catecismo, todo aceptado, la vida por delante. ¿Qué luz alumbra esa ventana?
Los cincuenta eran una búsqueda. En una Granada de pepiniquis, serrabonas, vuelos y desfiles, tú el primero, Rafalito, alimentado de wyomings. Sé que la banda sonora real es un mambo, o una copla, pero imagino de fondo a Frankie, llévame a la luna, aún no has visto nada. Una moto por la Cuesta de Chapiz. Una sucesión de Corpus. Machín en el café, bloqueado por la nieve. Arriba y abajo tu risa, Pepita, las rebecas, los bolsos, Acera del Casino, Titas, una sucesión de Corpus. ¿Cuándo, cómo os reconoceréis? ¿Cómo saber el tú, sólo tú, que hará brillar la oscuridad?
En 1960 los Beatles actúan en Hamburgo, John Fitzgerald no sabe que está ganando las elecciones, Godard rompe el cine con Al final de la escapada, Jiménez pide la mano de La Chica, empieza el rockanrol. El recien nacido más guapo, pilelas en un seiscientos hasta Barcelona, fútbol mañana tarde y noche en Agoncillo, Granada limonada, ¡soy el Rey Melchor!, ¡de verdáaa!, un pollo con un casco, una monja en el dormitorio, un simca mil cruza Valdepeñas a 45 grados, emoción de encuentros en la Calle Candiota, carreras por encima de las camas, siestas chistadas e interminables de chalé, el churropicotenna, Pirri y Martí Filosofía. Y vuestros sesenta: León en el infinito, cuentas y catecismo, carbón y coches y vueltas a casa. Las ausencias, los temblores. Eso es el amor: cuentas y catecismo y una habitación de los juegos; carbón, nieve y coches y vueltas a casa, a la luz de la ventana. La luz que hace brillar la oscuridad. Sólo tú, sólo vosotros.
Sopla implacable el viento del tiempo ¿y qué deja en limpio? Estos cincuenta años sólidos como una roca. Hechos de dolor y alegría y esa cosa un poco insípida que al final resulta ser la felicidad. Dejadlos que crean que la historia son ellos, los gachupines importantes, son de arena. Se los llevó el viento. A Dios pongo por testigo... quedan las fotos, los recuerdos, nosotros, vuestra obra.
Y estamos aquí, admirados, aprendices humildes, testigos de vuestra victoria. Os queremos.