Sobre la formación del profesorado II. El futuro
En la intempestiva entrada anterior (léase antes, por favor) pusimos a prueba la paciencia de los amigos. Es el momento de premiar a los que me sigan leyendo con unas cuantas ideas razonables. ¿Seré capaz?
Lo diré. Tuve la inmensa fortuna de trabajar con Manuel Mellado, el mejor director de CEP que puede pensarse. Si algo he comprendido sobre la función asesora es gracias a él, con él y contra él. Lo cual no demuestra que haya aprendido algo, ni que él sea responsable de nada de lo que escribo.
Entrada del 28 de febrero de 2012, con actualización del 3 de de marzo. Revisada el 16 de marzo de 2023.
Parte II. Sobre el futuro
Unas dos mil palabras, y aún no hemos entrado en materia. ¿Para qué sirve un sistema de formación con centros del profesorado en cada comarca? No el carné ni lo que podríamos llamar la cultura asesora, no los asesores, ¿cuáles han sido los verdaderos problemas del sistema de formación? ¿ha sido eficaz? ¿cómo lograr que cumpla su misión, la mejora de la formación permanente del profesorado, medio para conseguir la mejora de la educación en Andalucía? Como veis, temas serios. Por una vez.
Preguntaba en la entrada anterior que para qué servían los asesores (léase también: y asesoras, es una abreviatura). Ya hicimos la descripción fenomenológica de su uso del tiempo. Un uso burocrático, administrativo. ¿Y cuándo y cómo asesoran? En el resto del tiempo. En los márgenes de su trabajo, en los huecos que permiten planes y programas preestablecidos, en correos a las once de la noche. A medida que van aprendiendo, sí hay un saber asesor que se va adquiriendo con el tiempo y la experiencia, que va más allá de la construcción de una agenda, que tiene que ver con la comprensión de la verdadera innovación, desnuda de retórica y autobombo, y con la práctica reflexiva. ¿Y cómo llega ese saber al resto de los docentes? Buena pregunta, empecemos otra vez.
La dialéctica asesor-gestor frente a asesor-experto o asesor-ponente late continuamente en la vida de los CEPs y en las reflexiones internas. La complejidad de los temas a los que se enfrenta la formación actual haría que el número de expertos a los que habría que sacar del aula no sea sostenible. No obstante, o como salida de la contradicción, se reivindica un conocimiento propio, el de los procesos de formación y de reflexión sobre la práctica docente. Los buenos CEPs se han dado cuenta de que no hay formación efectiva que no esté referida a la aplicación en el aula. Por eso, de todas las modalidades de formación posible, la menos promovida es el clásico cursillo, principio y fin en sí mismo; incluso en la formación a distancia se pide demostrar la puesta en práctica con los niños. Y se apuesta fuertemente por las formaciones en centro, en las que el claustro o una parte importante de él trabaja junto, piensa junto, aprende para la mejora de toda la escuela o instituto.
Creo que la conclusión de que la formación eficaz y transformadora sólo tiene sentido a escala y en el interior del centro está ya en el ambiente. Una prueba, el informe de 2011 al parlamento andaluz del Grupo de Trabajo relativo a la formación del profesorado de Andalucía, en su capítulo 4.- La importancia de la formación del profesorado. Recomienda entre otras la siguiente acción fundamental
«Orientar la formación permanente hacia la formación en centros, exigiendo así un modelo de aprendizaje a través del trabajo colaborativo y el aprendizaje mutuo. La formación permanente debe fomentar el liderazgo pedagógico.»
Parece que vamos sacando cosas en claro: las modalidades formativas más válidas serán grupos de trabajo, formaciones en centro, cursos con seguimiento y aplicación en el aula. La asesoría eficaz se centra en promover y facilitar las competencias de trabajo colaborativo, de redes de aprendizaje. No hay otra forma de hacerlo que desde la cercanía. Volveremos sobre esta conclusión.
Los cazapuntos
Parecía una buena idea. Premiar el esfuerzo en formación (con puntos para acercarse al destino deseado, con sexenios por haber realizado formación reglada) parece lógico y deseable. Pero hay que tener cuidado con los incentivos, ¿qué se está incentivando realmente? Los docentes en espera de destino intentan poder justificar en un par de años quinientas, seiscientas horas de formación (se pueden comprar cursos —no de CEP, claro— de doscientas horas, se pueden encargar publicaciones) para ganar un par de décimas que adelante los puestos necesarios para lograr un buen destino; ¿qué repercusión puede tener esa orgía de formación en el aula? En las actividades, cuántos asisten, no por su interés formativo, sino porque necesitan los puntos? ¿qué pasa cuando se logra el objetivo de la vida, se ha conseguido la plaza en el barrio soñado? ¿cuántos desaparecen de los CEPs, incluso piden dejar de recibir correos de la plataforma? Y por otro lado, necesitamos a los veteranos, su experiencia, su vocación incansable. Si en algún momento logramos crear redes de docentes eficaces, útiles, será entre los distintos, y ahí tienen que estar los veteranos, y deben estar incentivados como los demás.
Mientras no exista una verdadera carrrera docente, sin techo, correctamente incentivada, mientras se evalúe con miedo político, por el peso de papeles y no por la calidad de la docencia, la formación estará contaminada de intereses legítimos pero que ponen frenos a la mejora de la escuela. Se incentiva mal, y nunca se han evaluado las consecuencias. La formación, como tantos otros campos, está dirigida por gente que no la comprende.
Los asesores como sujetos externos a la escuela
Lo siento. Por más práctica reflexiva que lleven dentro, por más simpáticos y guapos y amigos que sean, los asesores en la escuela son elementos externos, son visitas. Vendedores de motos que no conducen. Ayudantes, beneficiosos, pero con olor a predicadores. Sujetos del haz lo que digo... Lo confieso, yo fui vendedor de motos.
¿Tiene esto alguna solución? Cándido Gutiérrez (1989, Historia y contexto de los CEPs y la Formación Permanente del Profesorado en Andalucía) ha escrito una buena historia del sistema de formación permanente andaluz, a ella remito para los detalles. Del I Plan (1992) ni me enteré, me pilló en otras cosas; el Segundo Plan (2003) es el que me estudié para ser asesor en un CEP, y era un plan magnífico, bastante vigente. Contenía objetivos como los siguientes:
- Promover la conciencia profesional docente y el desarrollo autónomo del profesorado, teniendo en cuenta sus diferentes niveles de experiencia.
- Construir comunidad de aprendizaje y educación.
Dice la leyenda que Pilar Ballarín lo acabó de redactar encerrada en su casa (corríjanme testigos). Subrayo: el segundo plan enfatizaba la necesidad de crear redes de docentes. Horizontales, pero entre desiguales en experiencia y en conocimiento, para que unos aprendan de otros. La creación de redes fue uno de los objetivos de todo mi trabajo en la formación, lo que explicaba la introducción de herramientas tic (moodle desde diciembre de 2004, elgg, gregarius, sabrosus...), el empeño en conectar a los dispersos. ¿En qué se ha avanzado desde entonces?
(párrafo corregido el 3 de marzo de 2012) En estos tiempos previos al fin de una época se estaba redactando el III Plan de Formación. Por ahí andan los borradores, y los acuerdos con sindicatos. ¿Serán capaces de tocar algunos de los problemas reales del sistema: la certificación por kilos de horas, la inaceptable lejanía del aula de los que deben transformarla? ¿Permitir la confusión del interés en un curso o una formación con el interés en los puntos que proporciona, no es permitir el desprestigio de la formación? ¿Tolerar que un sistema horizontal que nace de una reivindicación de los docentes más innovadores no busque mecanismos para evitar la formación de élites alejadas de la práctica pedagógica no es diluir lo más innovador del sistema? Sé que estas son reflexiones que se hacen en los CEPs, y dirigen sus actuaciones actuales. ¿Son escuchadas por los que escriben informes y toman decisiones? Y, si no son escuchadas, si se entiende que son voces ignorables, ¿no será por un historial equivocado de disciplina?
Dicen que la distancia...
Lo hemos visto en otras comunidades autónomas. Se oye que la tendencia aquí es similar. Quiero dejar claro lo que pienso que no se debe hacer. Sé lo limitado de mi capacidad de influir, por lo menos lo habré dicho.
Primer no. La palabra experto es un ejemplo perfecto de la función performativa del lenguaje. No hay carnés de expertos, no hay escuelas de expertos. Uno es un experto si y a partir del momento en que alguien te declara experto. Puedes devenir experto porque se necesitaba urgentemente un ponente y el ideal no estaba disponible; no importa: serás de segunda, pero experto al fin. El problema, señores, es que la realidad es compleja, y el saber que la persigue también. Una cosa es saber sobre hormigas, otra saber enseñar sobre hormigas, o cómo investigar o publicar la ciencia de las hormigas, finalmente otra saber organizar el aprendizaje colaborativo sobre hormigas; como son conocimientos distintos serán expertos distintos. Bien, pues mi tesis es que la formación es demasiado importante para dejarla en manos de expertos. Y los menos útiles de todos serán los expertos en hormigas. Podrán dar charlas cuando toque, podrán resolver dudas, abrir campos de estudio, ayudar. No podrán, no pueden liderar la formación. La formación, como el aprendizaje, es de los que quieren aprender, de los docentes.
Segundo no. La distancia es el olvido. Y lo digo yo, que abrí la primera moodle de CEP de la provincia de Málaga y una de las primeras de Andalucía. Siempre he tenido claro que lo virtual sirve como prolongación de lo presencial. Defiendo una visión ortopédica de la tecnología: mejor memoria, conversaciones sin límites de espacio o tiempo, voz que llega más lejos. Que me diga alguien que obligar a usar Colabor@ ha contribuido a la creación de redes del profesorado en Andalucía. La dialéctica Torretriana - CEPs se pretende solucionar de la forma equivocada; es la dialéctica del dinosaurio y los ágiles pequeños mamíferos. La síntesis, que no ha existido nunca, hubiera sido un servicio central capaz de rastrear los focos de innovación, de crear una red unitaria pero distribuida. ¿De Torretriana a Vera qué habrá, quinientos kilómetros? ¿Hay pensado algún medio para participar en la definición de los detalles no escribibles de las líneas formativas? ¿Se avanza en la vertebración de Andalucía? Sí, la distancia es el olvido.
Un tercer no. He leído muchas veces propuestas de profesionalizar la función asesora. La última vez, en esta entrada (2012 2023) de Jordi Martí, XarxaTic. No estoy de acuerdo: lo que le da salud al modelo es que se nutre de docentes innovadores que saben que volverán al aula, y serán sustituidos por nuevos docentes, que aportarán la cercanía de una práctica más fresca. El tope de ocho años es sano, y debería aplicarse al resto de los cargos. El que sea insustituible volverá a los dos o cuatro años, no es tan grave.
Un cuarto no y una propuesta para el debate
Voy nuevamente a sacar los pies del plato. ¿Es necesaria la existencia de CEPs de comarca, y de asesores que trabajen en exclusiva en la formación? Pues tengo que responder que no. Que son un medio, y que si podemos encontrar una forma mejor de perseguir el fin, debemos preferir esa forma. Aunque duela a amigos.
Es necesaria la existencia de un asesoramiento de cercanía. Unos servicios virtuales centralizados a cientos de kilómetros no lo pueden sustituir de ningún modo. Pero ese asesoramiento debe hacerlo una persona con la autoridad de estar realizando las prácticas que propone. Apunto otra tesis: todo el sistema educativo se basa en el presupuesto platónico de que el saber se puede enseñar. O, dicho en moderno, se puede ayudar a aprender. El asesor no nace con el saber asesor, lo aprende de compañeros más avanzados (de iguales desiguales) y con la reflexión y la práctica. ¿No sería deseable multiplicar ese saber asesor?
Tengo una idea por los rincones del cerebro que lucha por salir, por tomar forma contrastándose con las de otros. No es una idea terminada, es una pregunta, una propuesta para el debate. ¿No hay una nueva figura en nuestro ordenamiento educativo que tiene asignadas funciones relacionadas con la formación, y que está presente en todos los centros de la comunidad? Creo que ya adivináis la pregunta: ¿y si el papel del o la jefe del departamento de formación e innovación crece hasta convertirse en el asesor de cada centro? Seguiría dando clase, no sería un elemento externo, conocería las necesidades del centro y tendría el apoyo del equipo directivo que le habría nombrado, estaría cerca de otros jefes y jefas, pertenecería a redes, iría aprendiendo... ¿es una idea absurda? ¿qué costes tendría? ¿cómo se organizaría? ¿merece la pena debatirlo? ¿si funcionara, si fuera factible, sería un modelo mejor que el actual?
Comentarios a la entrada
From José Luis Castillo - 04/03/2012, 19:35
Tú has hecho este post en dos partes. Es un enorme trabajo y eso hace que quien te lea sea deudor. De, al menos, dos comentarios, uno en cada parte. Este también es continuación del anterior, en el otro post.
Aquí vas hacia el futuro. Comparto contigo, al 110%, si es que eso existe, que si el modelo de formación puede evolucionar, debe evolucionar. Aunque lo que quede atrás haya sido emocionante, haya sido amado, se le deba mucho. Así que la cuestión central del debate creo que no es la supervivencia o no de los CEPs. Esa es una cuestión administrativa. La cuestión central del debate es si podemos desarrollar el modelo de formación que queremos con los CEPs (que creo que sí), con la nueva figura del Departamento de innovación (que creo que también), o solo con los CEPs y con el Departamento de Innovación (que creo que ni de broma).
Para ser lo más claro que pueda ser: los CEP y las funciones y desempeño de los Departamentos de Innovación son una preocupación de la Administración para dar respuesta a la necesidad promedio de más de 100.000 docentes. Y lo que creo que se necesita es algo más amplio. Mucho más amplio que CEP o Departamentos. Y que si desaparecieran (espero que no), la formación no debería perderse. Por tanto, el modelo debe estar orientado al crecimiento. Y a la articulación. En la que las diferentes partes encajen. En las que ni los CEP ni los Departamentos sean antagónicos o desaparezcan, pero donde tampoco tengan el protagonismo. En la que haya múltiples caminos, lo cual equivale a planes A, B, C... Y que una persona tenga un CEP o un Departamento de Formación e Innovación como una opción, no como la única opción (si es que existe la noción de opción cuando esta es única...). Que tengas un menú de formación donde lo informal tenga tanto peso como lo formal...
Porque lo que a mí me preocupa es mi formación... Bueno, la mía y la tuya, que tú me formas a mí. Y cuando digo la tuya digo la de toda la gente que influís en mí.
Y en esa preocupación, la verdad, ni los CEPs ni los Departamentos de Innovación me dan respuesta... No encuentro vías en las que yo puedo encajar. Yo ya no me formo en un CEP. Y es lógico. Porque mis necesidades son muy específicas. Como las tuyas. Y no coinciden con las del profesorado promedio. Tendría que hacer un uso muy específico de los mecanismos que tienen los CEP, agotando los reducidos tiempos disponibles de los asesores y consumiendo recursos caros, que deben estar disponibles para más personas, si quiero lograr lo que necesito. Y eso no sería justo. Imagino que la misma dificultad que tienes tú para formarte en el marco de los CEP. Tú y mucha, aunque no tanta, otra gente. Por otro lado, es posible que el Departamento de Formación e Innovación de mi IES me pueda dar lo que necesito. Si espero lo suficiente a que quien lo rige evolucione hasta ese punto. Aunque, bien pensando, para entonces es probable que tú (o Diego, o Daniel, o José María, o Lola, o Jordi, o Manolo, o César, o...) me hayáis enseñado y el Departamento de Formación e Innovación vuelva a estar lejos de mis necesidades.
De fondo... Que no veo posible que la Administración genere formación. No ágil, no personalizada. Es decir, no formación verdadera. Sí formación promedio para el profesorado promedio. Ese que, por cierto, no existe si nos creemos la diversidad... Lo veo tan imposible como que un profesor genere contenidos para todos y cada uno de sus alumnos. No, la verdad es que no veo a la Administración de maestra, no...
Sí veo posible que el papel de la Administración sea exactamente el que tú indicas. El de "finding out" (en tu blog, algo tengo que decir en inglés...), el de encontrar con esfuerzo, con deliberación. No veo a la Administración, ni a sus instancias, como formadores. Sí como ojeadores y visibilizadores de lo que otros hacen. Como dinamizadores. Y ahí sí veo a las dos instancias juntas, a CEP y a Departamento de Formación e Innovación. A cada uno por separado, los veo muy poco. Los veo tan poco que no sé si merece la pena el esfuerzo de mantenerlos si no están coordinados...
Aún así, aunque se coordinen, me faltan tres elementos. Porque una cosa es la anatomía y otra la fisiología. Uno lo has aportado tú: la cercanía. Los otros dos los traigo yo, que ya vale de chupar rueda de tu post, algo tendré que añadir de mi salsa...
Uno, la cercanía... Creo que el concepto de cercanía que manejas es el físico. Y no termino de tenerlo claro. Yo me formo gracias a ti y te veo dos o tres veces al año (¡con suerte! y que no me falte... :) ). El concepto de cercanía está variando. Cada vez más. Un sitio web puede (suele) ser mucho más cercano que docentes con quienes se comparta centro pero con quienes la relación no sea fluida o no resulten compartidos los presupuestos educativos. El concepto de cercanía independiente de la distancia va a más, no a menos. Eso debería tenerlo en cuenta el entramado de formación que queramos...
Dos, la direccionalidad de la mirada (y por tanto, de la formación). Y es que no me vale un Departamento de Formación e Innovación que atiende exclusivamente lo que ocurre en su centro y ya está... Si quiere que su centro evolucione tendrá que saber qué está pasando en otros sitios. Tendrá que dedicar tanto esfuerzo a abrirse e importar como a conocer lo que hay dentro y a exportarlo. Vale... Estoy mediatizado por mi experiencia. La experiencia de un profesor que vive en un IES que no sabe que existen otros. Que elige a sus cargos por afinidad personal o por lógica de poder (lo que no quiere decir que me caiga mal o no valore al actual Jefe de Departamento de Formación e Innovación de mi centro; justo al revés, creo que es una excelente persona y que va a hacer muchas cosas bien... para mi centro). Pero ahí sí que soy promedio. Eso que me pasa a mí le pasa a mucha gente. Y es que los Departamentos de Formación e Innovación han nacido con mal pie... Y encima, la formación de sus responsables la ha asumido la inspección... Que es tanto como sugerir que van a ser usados como correas de transmisión para múltiples propósitos, veremos si también para formación...
Tres, la multiplicidad de cauces y el protagonismo de lo informal junto a lo formal. Y es que la cercanía no se ha podido crear institucionalmente (Colabora no colabora; perdón por el chiste fácil). Y será muy complicado que los CEP y los DFEI no sean instrumentalizados, complicando sus objetivos iniciales con capas y más capas de intencionalidad (las de siempre; e incluso otras legítimas...). No podemos renunciar a tener otros caminos para la formación. Los CEP y los DFEI no están garantizados, por mucho esfuerzo que le ponga la excelente gente que hoy está en ellos. Esos caminos los estamos abriendo ahora mismo. Con este post tuyo, p.ej.
La formación debería ser una mezcla decidida por el que se forma a partir de diversos ingredientes. Formales, no formales, informales. Si los quiero para mi alumnado, los quiero para mí. Y para ti y para toda la gente a la que tanto os debo.
Y, por último, lo que creo más importante. La evidencia de la formación no ocurre en la formación, ocurre en el aula. O debería... Y eso no lo dan ahora mismo los CEP, es importante agujero en su entramado...
Uf! Y hasta aquí llego. Espero haber dejado claro que quiero que los CEP evolucionen y se articulen con otras instancias, pero no desaparezcan. Que quiero que existan múltiples caminos no obligatorios. Que quiero que lo que se haga repercuta en el aula de la forma más explícita posible (hoy no sucede así; ni de lejos; y eso tiene que obligarnos a querer que el modelo evolucione). Sé que se podía haber dicho con menos palabras, pero en este tema, que es delicado, sigo la máxima de mi hermana (es la inteligente de mi familía): "toda frase de menos de 20 palabras es una bomba esperando estallar". Y, qué carajo, si yo he tenido que leer un post largo, a ti te toca un comentario largo XD
Con la añoranza de algún café para contarnos esto y más cosas... Abrazo grande y gracias por haberme hecho pensar... :)
From NicolasaQM - 05/03/2012, 04:11
Desde mi más absoluta ignorancia, mi amor a la reflexión y mi pasión por opinar... Lo primero que he hecho es ir a buscar las palabras "doctrina" y "adoctrinar" a la RAE (on line, of course). Para mi sorpresa, en la 23ª edición la definición de adoctrinar habrá variado, quedando solo una acepción con connotación negativa (para mí): la de inculcar unas ideas o creencias. Nada queda de acompañar en la doctrina en sus multiples acepciones ligadas al conocimiento, la sabiduría, las ideas, la filosofía... Para mí es imprescindible que los CEP adoctrinen, que hagan de mensajeros de lo teórico, novedoso, recién indagado, que lo hagan descender a lo práctico... pero claro, eso no puede ser, que se nos subvierte el patio. Tal y como lo cuentas, además, no hay mucho tiempo para actualizarse - o sea, no es una especie de licencia de estudios con peaje, sino más bien un trabajo de gestión para tomar distancia del aula (por motivos, seguramente, variados...) Pero esto es lo que leo entre líneas. Es una realidad que no conozco, y me parece que tiene mucho sentido que alguien quiera dedicarse a formarse y formar a sus iguales durante algunos años, si es capaz de escribirlo como un proyecto, y de darle una duración determinada (no sé por qué 4 años, más otros 4... rigideces administrativas que no comprendo). Además, esas son las personas con las que merece la pena aprender, las que quieren aprender ellas mismas.
Si supiéramos que hay alguien así en cada centro, y que ese alguien de verdad tiene tiempo para aprender y compartirlo de una manera más o menos formal a través de actividades más o menos presenciales con unos compañeros y compañeras más o menos deseosos de seguirle... (lo dudo mucho si tiene que dar clases regulares también, y lo tiene que hacer bien - me recuerda a la super-esposa-madre-trabajadora) Una vez más, desconozco la realidad más allá de lo que os he leído aquí.
Parece que este tipo de "puestos" tienen que ser duros (en cuanto a dedicación y compromiso), para evitar que las y los golosos tengan tentaciones de usarlos para descansar al abrigo del agotador trabajo de las aulas, lo cuál es tremendamente injusto para los que, pese a todo, apuestan por dejarse las pielecillas... y posiblemente, también es ineficaz.
Por otra parte, me parece que una persona sola dentro de un centro con esa encomienda de formar a sus iguales de acuerdo con las necesidades expresadas en el propio centro... mucha soledad, o mucha pérdida de tiempo si para no estar solo o sola haces lo que se te pide en lugar de remar hacia aguas más arriesgadas, o estupendo si todo iba ya como miel sobre ojuelas... Poco cambio posible, pero nuevamente, desde mi ignorancia.
Me gusta la idea de un modelo mixto, con figuras semejantes al consultor interno y el consultor externo, tandem responsable de un proyecto "evolutivo" de formación para el centro (sí comparto totalmente la idea de la formación en centros como pilar central, aunque no único) semejante a los equipos de implantación de sistemas de información en el ámbito de la empresa o de la administración - pero para eso sigue siendo necesario, o imprescindible, el agente externo, que es a la vez "experto" y "objetivo", aunque con la ventaja de una "expertise" procedente del propio sector. Así que creo que lo que plantea Jose Luis (aparte de la importancia de la formación informal y no estructurada) tiene bastante sentido.
Y para ser un pequeño comentario desde la ignorancia, ya estará bien...