(Escrito bajo la luna irrecuperable de julio del 2009)

Los amigos insistían. El 31 de enero me hice la cuenta en Facebook. Del 11 de febrero es mi acceso a twitter. Llevo exactamente 501 tuiteos, es hora de hacer balance. Y de paso disparar contra lo que se menee, que va siendo hora. Es la primera de una serie de reflexiones debidas, sólo posibles ahora que hemos recuperado algo el uso del tiempo.

Entrada del 5 de julio de 2009. Enlaces revisados el 12 de marzo de 2023.

Recuerdo mi primer contacto con un PC. Pasé casi todo un verano intentando instalar sin éxito el compilador de Pascal de Borland. No tenía a quién preguntar. Sería 1989. Pero a pesar de la frustración en lugar de rechazo la máquina me despertó fascinación (¿doctor, es grave?), una máquina que hacía lo que le pedías, no lo que creías que habías pedido. Como las cámaras de fotos, que sacan lo que hay delante, no lo que quieres ver. Una máquina que te obligaba a ser preciso. Usé el ordenador como una máquina de escribir gloriosa durante años, con memoria, tipos de letra y previsualizaciones; guardaba y recuperaba mis datos de películas, y utilizaba la programación como un ejercicio de precisar y ordenar pensamientos. Soy usuario de herramientas digitales de comunicación desde ¿1996?; En 1996 llegó el Aleph de Borges: Infovía nos trajo internet a casa, y con internet la Biblioteca del Congreso y las letras de Dylan y los artículos de Papert... para mí internet ha sido una herramienta de búsqueda de información pero también, supongo que inmediatamente, se convirtió en un vehículo de comunicación con personas. No llegué a los BBS ni fui usuario de foros de noticias, pero he usado el correo electrónico sistemáticamente durante años.

En el 97 llegué a GNU Linux. Primero por curiosidad. Segundo porque el sistema operativo me fascinó como campo de estudio, harto de perderme en las oscuridades del registro de Windows. Tercero por la generosidad de las personas que participaban en su desarrollo. Al poco sentí que debía devolver algo a cambio de todo lo que estaba recibiendo, y me ofrecí (por correo) para traducir al castellano un programa: yudit, del húngaro Sinai Gáspár. Así comenzó mi participación en los grupos de traducción. Después he usado y uso listas de distribución, foros, gestores de contenidos, plataformas educativas. Todas herramientas de información y de comunicación. Publico en internet desde por lo menos 2004. He participado en proyectos, he coordinado alguno. Uso moodle en clase. Llevo, mal que bien, dos bitácoras.

¿A qué viene todo este preámbulo? A que sostengo que ni en su origen ni en el momento de su llegada al gran público internet han sido esa Web 1.0 que cuentan de forma tan dualista los cantores de la Web 2.0. Pensamos en términos de antes y después, de malo y bueno, como en los anuncios. ¿Por qué dejamos que los creativos de publicidad y los consultores de marketing decidan nuestra visión de las cosas? Entre el blanco y el negro están los millones de grises. Ni la web es internet ni nació para hacer negocio. Primero, la worldwide web, lo que corre bajo el protocolo http, llegó cuando las noticias, el correo, el intercambio de ficheros y la publicación de documentos ya estaban maduros. GNU Linux es un ejemplo de proyecto nacido en y gracias a internet. ¿Es un proyecto 1.0? ¡Anda ya! Segundo, tanto internet como la web nacieron para la comunicación entre iguales. Tercero, claro que ha podido haber una experiencia vertical y pasiva de uso de la web, cuando para participar había que saber inglés y saber qué había por debajo de la página que se mostraba en la pantalla. Claro que la internet participativa era minoritaria. Pero tenía una característica: las herramientas se creaban para satisfacer necesidades. El wiki es una consecuencia lógica de la internet originaria, creada para el enriquecimiento colaborativo de los documentos. Y la bitácora es un buen invento suplementario, con su facilidad de creación distribuida y el debate integrado en los comentarios.

Y llegó la idea de sacar dinero de internet. Se ofrece un servicio, que se llena con los contenidos que proporcionan los usuarios. Como telas de araña, buscan sus moscas. Crean redes, proporcionan herramientas a la espera de que alguien las necesite. Fabrican necesidad. ¿No veis el sutil cambio de metáfora, de la red que une a personas a la telaraña que las espera? Google indexa nuestras páginas; facebook o tuenti se llenan de nuestros contactos, nuestras fotos, nuestros mensajes en el muro. En blogger, googledocs o wordpress escribimos. Proporcionan algo que no existía, esencialmente facilidad. A mí este énfasis en la facilidad me parece irresponsable, me recuerda demasiado al que inventen ellos. Pero entiendo que ha servido para llegar a todos y todas. Si como dicen la Web 2.0 es una actitud, internet siempre fue 2.0. Lo nuevo es la generalización, la facilidad, la inmediatez de la participación. A cambio les entregamos nuestros datos. Pasan de nuestros ordenadores a sus servidores. De nuestro control a... ¿a?

Tengo 120 amigos en Facebook. Entro ahora cada dos o tres días, pongo algunos mensajes en los muros, poco más. Lo conecté con twitter, mi delicious y mis dos bitácoras, eso es lo que le alimenta. No me sorprende nada: ya estuve en la fiebre y defunción de Orkut de ¿2006? (¿te acuerdas, Ana?) y la mayoría de las actividades y derivados me parecen entretenimientos para adolescentes. Los grupos me parecen inútiles (¿habéis oído el dicho, eres más inútil que un grupo de facebook?). Me niego a poner fotos privadas, a dar detalles no-profesionales. No me gusta la idea del lifestreaming, ni la licencia. Y sobre todo me parece inaceptable no poder guardar o reutilizar mi foaf de contactos.

No he sido de chats, im o irc, siempre me han estresado. Me ha parece que la sincronía es un defecto y no una ventaja: necesito tiempo para pensar una respuesta o para tener ganas de escribir. En OFSET hemos usado nuestro canal para reuniones puntuales, como la asamblea general, y ahí la sincronía tiene sentido. Sven Guckes ha intentado convencernos de las ventajas técnicas del irc (sesiones remotas permanentes, robots, registro automático...), sin éxito. Por todo eso me resistía a usar ese irc para usuarios web 2.0 que es twitter: ¿un chat de una sola sala, con un log dudoso, con decenas, cientos o miles de usuarios? Nein, danke.

Sigo a 140 personas, que escriben en castellano, catalán, gallego, francés, inglés. Tengo 128 seguidores, algunos humanos. Llevo 501 tuits. Procrastino, procrastino mucho, pero siempre lo había hecho. Tiene razón Juan José de Haro: twitter no es exactamente sincrónico, hay un lapso de tiempo entre que se escribe y llega el mensaje y uno puede tomarse su tiempo para responder. Hasta cierto punto. Cuando empecé quería seguir los hilos de la mañana o de la noche anterior. Pero el juego no es así: twitter es una barra de bar. Llegas, saludas a los amigos e intervienes en la conversación. Antes de tu llegada había una conversación y después habrá otra, qué importa. No escribes para google como en las listas de distribución abiertas; no busques lo que escribiste hace tres meses, es un entorno efímero.

Tampoco es libre. ¿Cómo recuperar tus datos? ¿Cómo guardar tu lista de contactos en un formato que puedas volver a utilizar en la siguiente aplicación social? Hay alternativas de microblogging basadas en software libre. Puedes instalar icono de enlace roto laconi.ca (2023) en un servidor propio. Puedes utilizar la red identi.ca, que sí permite exportar el foaf. Pero twitter es el espacio donde está la comunidad educativa.

No usaría el twitter salvo por una razón: es la única forma de saber qué hacen Aníbal de la Torre, Jordi Adell o Dolores Reig. No escucharía los comentarios siempre afilados de Potâchov, ni los desahogos brillantes de Nololamento. Sencillamente: estaría desconectado del discurso diario de una parte de la comunidad que habla de tic y educación y esa parte, nacional e internacional, me interesa. No está todo el mundo y hay otros espacios que seguir (las bitácoras y foros, las NING) —de hecho estar al día debería ser una profesión con dedicación completa para la que me ofrezco como candidato— pero hay que estar.

A ver si concreto y avanzamos hacia las conclusiones: tengo 2971 enlaces en icono de enlace roto mi Delicious personal [2023: Delicious cerró; mudé los enlaces a diigo], de los cuales unos 1000 compartidos. Delicious responde a una necesidad, chapeau. Pero estoy en cerca de una docena de redes que compiten entre sí por el mismo tipo de usuario; redes que son el reflejo del voluntarismo de su creador, o que reinventan la rueda.

En segundo lugar, la web 2.0 tiene un claro déficit de cara a los usuarios. Un déficit democrático. No soy ingenuo como para creer en esa internet autogestionada y libertaria en la que creen algunos compañeros activistas del software libre. Las grandes empresas del software social están aquí para quedarse y ofrecen algo que nadie puede ofrecer. Los gobiernos lo harían peor. Nosotros simplemente nunca podremos. Pero, como en la economía real, el mercado debe ser regulado o desaparece en manos de los monopolios. Sinceramente creo que hacemos un uso adolescente de internet. Admitimos los programas de fuente cerrada cuando eso significa que no sabemos lo que hacen realmente. Compartimos datos sin saber si estamos renunciando a nuestros derechos sobre ellos. No importa, ya se arreglará, ya cambiaré de sitio cuando tenga problemas, ¿no son actitudes adolescentes?

Debemos exigir a los gobiernos que legislen para proteger los derechos de los ciudadanos también en lo que tiene que ver con la identidad digital. Un gobierno o defiende a los lobbies de poder o defiende a los usuarios. Y las cosas no se están haciendo bien. Hemos puesto a los lobos a cuidar de las ovejas. Quiero mis datos del Facebook y del twitter en un zip, como saco los cursos de moodle cuando quiero, como exporto los contactos de identi.ca. Quiero que al usar la API de google o yahoo! en un mashup tenga la garantía de que las condiciones de uso no van a cambiar cuando le interese a la empresa, cuando mis datos y mis programas estén cautivos. No es pedir tanto, es pedir lo justo.

Comentarios a la entrada

From Manuel Rubia - 06/07/2009, 11:07
Me han gustado mucho tus reflexiones Rafa.

Totalmente de acuerdo en la evolución internetera. Cualquiera que haya estado aquí desde hace años (cuestión de edad, no es un mérito), sabe perfectamente que el discurso web 1.0 vs 2.0 es interesado e inexacto. Los viejos usuarios de Internet primero aprendimos a compartir y aportar, y luego a descargar, no al revés.

En cuanto al uso adolescente, coincido, pero añadiría un matiz. Podemos luchar contra las ruedas de molino desde dentro, aprovechándonos de ellas, pero no podemos pararlas. No me preocupa tanto que entremos en el juego web 2.0 si somos conscientes de ello y lo aprovechamos según nuestros intereses. La duda sería... ¿es todo el mundo consciente de lo que está usando? Ahí está el riesgo. Y por supuesto, es justo poder exportar tu FOAF de contactos ;-)

From Daniel - 06/07/2009, 15:28
Pues sí, Rafa. Es cierto lo que dices acerca de la evolución de Internet. Yo ya lo había dicho hace algún tiempo y lo reiteré en Almería: La Red evoluciona pero se inicia porque se quiere compartir conocimiento.

Las herramientas actuales son ni más ni menos, el concurso de varias tecnologías del soft y de las redes que nos permiten realizar tareas y encuentros más agradables y con menos problemas.

El negocio llegó poco a poco para aposentarse en la Red e ir arañando, poco a poco, parte de nuestros amigos, de nuestros conocimientos y de nuestras relaciones.

Cuando has contado algo de tu historia he recordado a aquel chico que llegó al Grupo de Trabajo Isla y Sam de Motril para interesarse por los lenguajes de programación

Salud

From José L. Castillo - 07/07/2009, 21:22
Es, desde luego, la mejor reflexión que he leído en años. Y no porque sea original o no (que sí que tiene bastante), sino por el momento. Es un tiempo en el que se están forjando identidades digitales. Cuando comentamos, dejamos un website que nos representa, por si alguien quiere saber más de nosotros. Empleamos herramientas y estamos dando el paso de visibilidad (yo elijo qué muestro) a transparencia (me comprometo a que algo de mí ocurra en internet y pueda ser seguido... ¡y juzgado!).

Reflexionar acerca de la identidad digital personal y profesional... Pues sí, es el momento.

Respecto a elementos que contribuirían en la solución...? Pues yo sí creo que lo institucional tiene un papel. Crear, desarrollar y comunicar una identidad digital debería ser un servicio público. Si las empresas pueden, los gobiernos también.

Y, por supuesto, están los más poderosos. ¡El software libre! ¿Qué empresa puede pagar a un equipo de cientos o miles de personas, que es lo que suele reunir un proyecto de software libre con facilidad?

A mí, que me gustan los mundos de Yupi, y paso mucho tiempo en ellos, me encantaría una alianza entre lo público y el software libre. Pero tiene pinta de utópico, no?

From Ana Echarri - 09/07/2009, 18:14
Siempre dando en el clavo, JR.

Lo de ORKUT fue todo un aprendizaje, desde luego ya no me dejo engatusar por los cantos de sirena 2.0 tan fácilmente.

Y José Luis, esa alianza _aunque de conveniencia_ se ha venido haciendo, creo que debemos seguir apostando por ella en todos los ámbitos.

Aunque puede que el barco ya se haya hundido, siempre nos quedan los botes que podemos llevar remando entre todo@s.

From Juan Rafael Fernández - 10/07/2009, 22:41
Perdonad que nos os responda como os merecéis (con el agradecimiento justo a los amigos y amigas), pero esto del wifi intermitente, el miniteclado y el descoloque de geografía que llevo encima no me dejan. Ya tocará.