¿Cuántos ordenadores?
Entre los distintos fenómenos que se esconden detrás de la expresión baúl Centro TIC la variante andaluza presenta dos notas distintivas: los centros deben presentar un proyecto pedagógico para convertirse en TIC y se permite, desde el tercer año de la experiencia, a los autores del proyecto (en teoría los y las docentes que van a participar) elegir entre distintos modelos. En principio parecen dos buenas ideas: un proyecto propio implica interés, compromiso y coherencia pública: los planteamientos se presentan a una evaluación; también suena bien que los que van a participar puedan elegir entre rincones, o grupos de trabajo, o despliegues masivos en algunas o todas las aulas con un ordenador por cada dos alumnos. Puede optarse por aulas con ordenadores fijos o quizás aulas servidas con carritos de portátiles. ¡Qué bien, lo pedagógico sobre lo técnico! ¿Es eso así? Me temo que el tema nunca se ha discutido suficientemente. Nos quedamos en esa clase de mentiras que son las medias verdades.
Primera versión de la entrada: 21 de enero de 2008; actualizada 25 de enero, 15 de febrero y 12 de marzo.
Enlaces revisados el 14 de marzo de 2023.
[21 de enero de 2008]
Compañeros, no nos engañemos: la informática no llega a la escuela porque la traigan los docentes, por el contrario llega porque se siente como el último reducto analógico, el extremo último de la frontera digital; no se espera entusiamo, se mira con desconfianza la reacción del profesorado. Y por otro lado se espera del despliegue informático que realice por sí mismo el milagro de la modernización, la ruptura de la brecha tecnológica y la sanación de los problemas de la escuela; eso es absurdo: la escuela sólo la puede curar la sociedad, sólo la tribu educa, como se repite ahora.
En teoría los mejores proyectos son los que se aprueban. No se piden conocimientos técnicos previos: se pide compromiso con la formación en el uso pedagógico de los nuevos medios, y valentía para experimentarlos en clase. En teoría a lo largo de los años se van incorporando centros nuevos, con proyectos que aprenden de las proyectos y de las experiencias de sus antecesores. Pero, ¿qué pasa si descubrimos que se ha planeado que en el plazo de cinco años todos los centros de Andalucía serán centros TIC? ¿No cambia el significado de proyecto de centro? Un proyecto es una iniciativa de un grupo de profesores y profesoras, que hacen una reflexión propia sobre cómo creen que las TIC pueden mejorar el proceso de enseñanza/aprendizaje en su centro concreto; la característica esencial de un proyecto es que se presenta a evaluación y puede no ser aprobado (por no original, por no reflexionado, por incoherente...); más aún, como en toda hipótesis se debe sacar consecuencias de su marcha, redirigirlo, abandonarlo incluso si es necesario. ¿Si todos los centros son TIC, dónde queda el espíritu original de proyecto? Digámoslo claro: muere la idea de proyecto de centro. No digo que sea malo, digo que es distinto. Se trata ahora de una experiencia regional, con sus reglas, sus seguimientos y sus evaluaciones, y se elige la modalidad que se aplica en el centro.
La opcionalidad de los modelos tiene una explicación económica y política. Cualquiera de las nuevas opciones implica menos ordenadores por centro, ergo menos gasto global, muchos más centros que contar como TIC, profesores que han podido elegir, todos contentos. ¿O quizás no?
Tercera: un centro TIC es sólo un centro con ordenadores. Puede ser una solución de gestión apedagógica, un laboratorio de informática glorificado por la propaganda, pueden ser dos aulas, cuatro o todas. Puede que sólo se utilicen en los recreos y las guardias, puede que sirvan para buscar datos en internet o los niños y las niñas elaboren "constructivamente" con ellos documentos, simulaciones o películas... Aunque reciban el mismo nombre manta no se trata en absoluto de realidades comparables. El problema es que la decisión de elegir un modelo u otro no se ha justificado ¿nunca? en los proyectos que se presentan. Porque se toma a ciegas, muchas veces sin experiencia en el uso de los ordenadores en clase, generalmente sin formación específica y sin una reflexión pedagógica madura.
El del número no es una cuestión trivial ni desde el punto de vista técnico ni desde el punto de vista pedagógico. No vamos a entrar en lo técnico más que de reojo; no nos interesan las soluciones que no son posibles (por costos, espacio físico, ancho de banda compartido, madurez o estabilidad del sistema, etc.). Pero en lo pedagógico me asombra lo poco que nos planteamos la pregunta por el número de ordenadores óptimo en un centro TIC. Unido a la pregunta de para qué sirven de verdad los ordenadores en una escuela.
A efectos de nuestra discusión partamos de un supuesto: que existe algún uso conocido o por descubrir de los ordenadores (entendidos en sentido amplio: fijos, portátiles, teléfonos inteligentes, lectores de podcast) que beneficia a la educación de nuestros alumnos. Se deduce que el contacto óptimo de los alumnos con los ordenadores será el que maximice ese hipotético efecto benéfico. ¿Cuál? ¿qué nivel de contacto? ¿el de un rincón por el que se pasa por turnos?
Que nos ayude la analogía de Kay: es posible que el ordenador sea al pensamiento como el piano es a la música. La música no está en el piano. Un piano en un aula no enseña música. Pero hay que dominar el medio piano para sacarle la música. Claro que no todo lo que se hace con los ordenadores es educativo. Por eso es imprescindible su uso en contextos educativos, enseñar a aprender con ellos. Es una triste evidencia que por lo general no se nos ocurre que las TIC sirven para construir pensamiento, para que los alumnos planteen hipótesis y las verifiquen y falseen, para que se pongan delante sus creencias y opiniones y comprueben lo poco que se sostienen (uno no sabe lo que piensa hasta que no lo pone en palabras a la vista de los demás). Esta analogía nos orienta hacia el dónde, y nos da una primera pista sobre el cuánto.
Segundo argumento, acudamos ahora a la analogía de Papert: el ordenador como el lápiz, y hagámosle las mismas preguntas. ¿Cuántos lápices son necesarios en el aula? ¿Pensamos de verdad que la alfabetización en la lecto-escritura es el final del proceso, o creemos más bien que hacen falta muchas horas de trabajo continuo con el lápiz, el bolígrafo o el teclado para que una persona sea capaz de plasmar sus razonamientos? ¿y creemos que enseñar a usar el Writer o el navegador son fines educativos?
¿Mi conclusión? Es necesario maximizar el contacto de los alumnos con lo digital en contextos de aprendizaje. No hablo de un ordenador por alumno o por dos alumnos, no hablo de que carguen o no con el EEE-PC o un X0 en la mochila, hablo de entornos digitales intensivos, entornos que pueden lograrse con ordenadores fijos en el centro, portátiles prestados, ayudas para la compra de ordenadores o bonos para el cibercafé. No hay una solución única, pero quizás tengamos un criterio para valorar las opciones.
Se me plantea entonces un problema: podría pensarse que es una irresponsabilidad y una injusticia dejar el nivel y la calidad del contacto al arbitrio del profesorado que le ha tocado en suerte a los alumnos.
Con un corolario: prohibir el acceso desde fuera del centro a los recursos proporcionados por el proyecto no contribuye a la lucha contra la desigualdad, sino que la agrava. Los alumnos favorecidos tienen ya más oportunidades de inmersión en lo digital que los que no disponen de ordenador o acceso a internet en casa. La lucha por romper la brecha digital pasa por iniciativas como abrir los centros por la tarde o favorecer el trabajo en los centros Guadalinfo y las bibliotecas, no por cerrar puertas a los que ya las tienen cerradas.
[continuación del 25 de enero de 2008]
Me escriben que no he sido claro. A ver ahora.
Creo que no permitir el acceso de los alumnos a los recursos digitales del centro no hace sino agravar la brecha digital. Esta afirmación es un localismo que quizás no se comprenda fuera de Andalucía, pero es necesaria.
Creo que las causas de la introducción de modelos de centros TIC a la carta no son pedagógicas y las justificaciones no son válidas (¡y algunas tan endebles! suenan como suponer que si todos los niños tienen lápices deberán escribir lo mismo al mismo tiempo; o confunden dificultades técnicas —movilidad, aparatosidad— con dificultades pedagógicas). Pregunta-criterio: ¿cuántas de las modalidades permiten sustituir los libros de texto por el trabajo con los ordenadores? Supongo que este es también un problema local.
No voy a entrar en las consecuencias del cambio de escala de proyectos de centro a proyecto de comunidad y la traslación del peso de responsabilidades para que tenga éxito, no sería capaz de resumir mis ideas en dos frases. Sí diría una cosa: no hay proyecto sin liderazgo.
Estos cinco o seis años han demostrado que el despliegue masivo es posible, y que Linux es la solución técnica correcta. Supongamos que los problemas técnicos (ancho de banda, envejecimiento o deficiencias de la dotación) se solucionan. ¿Y el material humano? Para que una persona le saque el máximo partido a las TIC en el aula hacen falta profundos conocimientos de la materia que imparte, pedagógicos y técnicos, tiempo, mucha formación y muchas ganas. No hemos logrado el despliegue humano masivo. También creo que hay recursos educativos a patadas, pero no logramos que se integren en las programaciones y en la práctica del aula de forma generalizada. Es un buen hilo para el análisis y el debate.
Entiendo que me pedís que me moje en las cuestiones técnicas, esencialmente en la cuestión caliente del número y modalidad de ordenadores... (José Luis, Carlos 2008 2023). Empezaré por el principio: las posturas apriorísticas son irresponsables, los teóricos de sofá debemos callarnos. Nunca he visto un aula con X0 o con EEE-PC, mi conocimiento del funcionamiento de los terminales es indirecto... por favor, probad varias soluciones, sin prisas, en aulas de centros reales. Los inalámbricos en Andalucía parecían una buena idea y mis referencias hablan de coordinadores desesperados y de cableados masivos. En lo que sí puedo ayudar es a recordar que la técnica establece las condiciones de posibilidad del aprendizaje mediante las TIC. Las infraestructuras tienen que funcionar, esa es la condición primera. El ancho de banda contratado debe ser el que permita la navegación fluida; el software, suficiente para las tareas (lectura y escritura, búsqueda, análisis y discusión de la información, trabajo con simulaciones, reproducción y generación de multimedia), y la solución elegida, compatible con la máxima inmersión digital y con la flexibilidad de agrupaciones necesaria en los centros.
Y ahora la zambullida. Conozco los carritos de portátiles de Andalucía: se habla bien de su funcionamiento, pero las pérdidas de tiempo (hay que haber reservado su uso en el cuadrante, llevarlos al aula, encenderlos, y al final realizar el proceso inverso) hacen pensar en un uso no sistemático. Me inclinaría por portátiles de bajo coste en préstamo a los alumnos (por cierto, es posible que la delincuencia sea más alta en ciertos países destinatarios del OLPC, ¿eso paraliza el proyecto?), y puestos en los que pincharlos a la red y a la toma de electricidad. Y es verdad que no caben en la misma mochila portátiles y libros. Pero no tengo ni idea de si esto es factible. Sería partidario de experimentarlo en varios centros, y de tomar las decisiones a posteriori.
[Actualización del 15 de febrero de 2008]
Se me ocurre otra razón para justificar la reducción de ordenadores en las aulas: que se considere imposible que el profesorado vaya a utilizarlos de forma sistemática y masiva.
[Actualización del 12 de marzo de 2008]
Tom Hoffman, «Advocating for Boring» (2023, versión en the Wayback Machine), me da la razón. Y analiza/comenta una frase de Clay Shirky
Communication tools don't get socially interesting until they get technologically boring.