3. Interfaz de usuario

¿Qué es una distribución educativa? ¿La que atiende a las necesidades de algunos alumnos, los alumnos estándar (si es que existen)?

Una distribución será verdaderamente educativa si atiende a las necesidades de todos los alumnos. Debe hacerse un énfasis especial en la adaptación de la interfaz de usuario a las distintas características sensoriales y motoras, de manera que cada uno pueda acceder al software de forma autónoma por los medios que requiera. Esta adaptación, hacia la que se ha avanzado notablemente en los últimos tiempos y que es posible en distribuciones especializadas, no está integrada de partida en las distribuciones educativas existentes.

Un ordenador hoy día es una ventana al mundo. Un sistema operativo es un mecanismo que permite a un usuario (nuestro alumno en este caso) acceder a esa ventana. La forma de acceder dependerá de las características y capacidades de cada uno. Es obligación del sistema operativo permitir que la informática cumpla su función de medio: de comunicación, cálculo, expresión… independientemente de la interfaz empleada.

En la interfaz de usuario estándar predomina la visualidad de las ventanas y la interacción motora mediante el teclado y el ratón. Hemos olvidado que son descubrimientos recientes, concreciones de una forma de realizar tareas. Nada obliga a que la función «escribir una carta» se realice mediante una ventana de un editor y el uso del teclado y el ratón. Un invidente puede utilizar un programa de dictado y una persona con problemas motores deberá disponer de teclados virtuales o dispositivos apuntadores especiales, o por el contrario de una interfaz de ventanas que sustituya al ratón (ver la bibliografía).

El criterio que debe guiarnos es el grado de autonomía con que cualquier usuario puede realizar las distintas funciones. ¿Puede un alumno con limitaciones visuales parciales hacer un uso autónomo de la distribución? La respuesta es sí, si alguien le ha configurado correctamente la interfaz. Lo que, desafortunadamente, en la mayoría de los casos equivale a no. Y la informática, en lugar de contribuir a la igualdad, estaría incrementando la dependencia de los alumnos con discapacidades.

Por razones de espacio no podemos entrar a analizar aquí el detalle de las adaptaciones y desarrollos necesarios en el campo de la accesibilidad. Pero sí hacer un breve repaso de cada uno de los campos:

Quizás sí debamos expresar una sospecha: que hay aspectos que requieren tal inversión de medios que es difícil esperar que sean satisfechos por el trabajo de voluntarios en su tiempo libre: autentificación y control del ordenador por la voz, por ejemplo; la transcripción automática del lenguaje oral para los alumnos con problemas auditivos; la profundización del trabajo de la WWW en la abstracción del modelo visual «ventanas» por el modelo «acciones»…